jueves, 23 de febrero de 2012





Una gitana vestida de rojo cereza

La música de aquellos violines llegaba como un dulce bálsamo hasta mis oídos, con la mirada busque afanosamente quien causaba aquella agradable sensación que colmaba de paz mi ser, al fin pude divisar al fondo de la plaza y junto a la fuente a  dos zíngaros curiosamente ataviados y armados de sendos violines  desgranando alegres melodías,  al son de tan entrañable música una gitana descalza entre melodías más flotaba que bailaba,  sus largas melenas,  negras como azabache flotaban al viento dejando entrever su bronceado rostro del que desafiante emergía una sonrisa turbadora, su cuerpo dentro de aquel ceñido vestido rojo cereza se cimbreaba acompasadamente con la música dando giros y giros con los brazos abiertos, era como si  estuviese abrazando a la vida por sentirse tan feliz, al mismo tiempo sus manos giraban al compás como abanicando vientos tratando de arrancarle puñados de felicidad a la realidad.
Ante tan turbadora visión no pude menos que preguntarme en que parte del camino decidimos dejar de bailarle a la vida, de ser felices sin más, de amar solo con el corazón, de ver no solo lo que miramos,  en qué momento pasamos simplemente a mirar de reojo a la vida, viendo asustados como niños lo fácil que  se nos escapa la felicidad entre los dedos como el agua en una cesta de mimbre, porque esta dualidad tratando de ocultar nuestros desengaños.
Recordé también felices tiempos, con nuestros bolsillos vacíos, nuestros paseos cogidos de la mano por la orilla del mar, mi corazón latiendo peligrosamente al acercarme a ti, nuestros dedos entrelazados parecían imposibles de separar en esta vida, tus besos, abrazos, mis besos, abrazos, nuestros besos, no teníamos nada, solo ilusiones, teníamos lo que queríamos, éramos felices  que más se podía pedir.
Mas el tiempo pasa, la pasión deja paso al amor que a su vez cede terreno al cariño, tus miradas de complicidad ya no necesitan de las palabras, tu ser convertido en un libro abierto muestra sus páginas dibujadas con los mil colores del amor, la ilusión del mañana se ha convertido en la realidad del hoy, la libertad se ha convertido en serenidad, nuestros pasos acompasados nos han traído pausadamente hasta aquí sin decirnos en qué momento se nos olvidó bailar.
Simplemente somos felices sabiendo que siempre habrá una gitana descalza bailándole a la vida. 

2 comentarios:

  1. ¿Qué no tenían nada tus protagonistas?. Lo tenían todo. I L U S I O N E S. Lo más importante para caminar .
    Alma de gitana bailándole a la vida. A veces el ritmo de la naturaleza no deja de sentirse por muchos años que se vayan quemando.

    Recuerdos a tu gitana y al contador de estas historias

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar