jueves, 22 de marzo de 2012


Una flor en el paraíso
Pasada ya la tormenta me decidí a caminar un rato por la orilla de la playa con el fin de poner algo de orden a  mis sentimientos, aquel huracán de la noche anterior había dejado a su paso además de agua y viento  partes de mi vida al descubierto,  dejando paso a alegrías y decepciones que luchando entre sí trataban de encontrar un porqué a mi mas que aparente sonrisa de felicidad.
Las olas suavemente llegaban hasta mis pies acariciándolos con su cálida agua, el sol despuntaba por el horizonte saliendo de su encierro nocturno en brazos de Neptuno, las ramas de las palmeras caían lánguidamente  sobre la arena creando con su verde sobre el dorado de la arena una barrera entre el azul turquesa del mar y los cientos de colores que estallaban en la espesura del bosque,  flores de mil colores, plantas de hojas grandes, frondosas, todo salpicado de arboles y palmeras , los cantos de los pájaros dando la bienvenida al día llegaban a mis oídos como dulces melodías que presagiaban un gran día, y en el horizonte y hasta donde podían divisar mis ojos nadie a la vista, que más se podía pedir, entonces recordé tu despedida de la mañana,  como desde la puerta me lanzas una última sonrisa que viene acompañada de un beso el cual flotando en el aire me alcanza como un huracán, siento un escalofrío de placer recorriendo toda mi espalda, la sabanas de esta cama me traen aromas de la noche pasada entrelazados nuestros cuerpos desnudos  en  abrazos de pasión,   tu pelo todavía húmedo del último baño a la luz de la luna desgrana olores marinos como olas golpeando la rocas del malecón,  tu cuerpo salado tiene el sabor de  dulces canciones  cantadas en la playa junto a la hoguera,  mis manos temerosas de romper este embrujo tiemblan al deslizarse sobre tu piel sintiendo el tibio calor que desprende tu cuerpo, siento que estoy sentado en  un tiovivo que gira y gira desaforadamente cuando tus besos recorren mi cuerpo, la música nos invita a bailar dando vueltas y más vueltas como los danzarines de una caja de música, embriagados de tanta felicidad nuestros cuerpos agotados caen abrazados en los brazos de Morfeo con el más dulce de los sueños.
No vivo en el paraíso,  tú eres mi paraíso, entonces como distinguir una flor en el paraíso cuando nuestros sentidos son  incapaces de abrazar tanta belleza.         

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