A veces un par de maletas hablan
Un par de maletas en la penumbra del pasillo, justo frente a
la puerta me indicaban que había llegado el momento de
iniciar aquel camino sin retorno hacia ninguna parte. Cuantas cosas pueden
caber en dos maletas una vez las vacías de sus ropajes, cuantos momentos a
veces alegres, tristes, dulces, amargos y apasionados a la vez han contemplado estas
mismas maletas, las que ahora me están mirando
fijamente desde el quicio de la puerta, parece que más que hablarme me
preguntan entre lagrimas cuando decidimos abandonarlas , mi boca calla lo que mi alma grita, porque cuando los sentimientos
huyen al son de las palabras, cuando se ocultan las miradas, cuando el simple
roce de los cuerpos hace sangrar la piel, entonces es cuando uno se hace las preguntas,
cómo hemos llegado hasta aquí?, que camino tomo la pasión?, porque mis oídos de tanto escuchar no
entienden nada?.
Mis pies clavados en el suelo tratan de hundirse tierra
abajo como raíces de un árbol moribundo, la tormenta que arrecia agita mis
ramas de las que cuelgan por igual penas y glorias, miro con pavor este leñador
de nombre indiferencia caminando hacia mí
con su afilada hacha, en su filo lleva escrita la pregunta que resuena en mi cabeza como el eco un tambor, como
hemos llegado hasta aquí?.
Con una maleta en cada mano recorro el camino hacia mi
incierto destino, al girar la esquina
veo junto al sauce aquel banco de madera
pintado de rojo, cuantos poemas leímos a
la sombra del viejo árbol, como reías alegre cuando algunos rayos de sol conseguían
escapar de su prisión y se posaban en tu rostro. La tortuosa calle continúa ascendiendo
hacia ninguna parte, como pesan estas maletas, mis ojos recorren sin querer, tal vez tratando de darle una última despedida al
pasado todos los gratos lugares que
acompañan mis recuerdos, el horno con sus ricos bollos de crema , cómplices me dicen al oído,
recuerdas como al comerlos dejaban sobre
su nariz pequeñas islas de azúcar, niños jugando sobre las aceras al cuidado de atentos ojos maternales, los mil colores de la frutería, como con
paciencia elegías las frutas como saboreando con las manos
y la vista cada una de ellas, mi barrio, nuestro barrio, ya no
descubriremos caminando de la mano los primero tallos de la primavera, lentamente me alejo ya sin mirar atrás, mi alma
por fin se da cuenta de la realidad, no habrá verano tras esta primavera, el frío pudo con ella.
Como hemos llegado hasta aquí?.
Dicen que la cuna del hombre la mecen los cuentos.
ResponderEliminarEspero, deseo...que este sea un cuento. Precioso. Pero un cuento porque como vivencia, te produce desazón y tristeza.
Un abrazo
Para dejar el comentario en tu blog, ha salido una pantallita y dice:"demuestre que no es un robot".jajaja (Vamos a ver que sale ahora)
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