El mar y tú
El verano transcurría tranquilamente, realmente por primera
vez cada cosa encajaba en su sitio, paseos al amanecer por la orilla del mar sintiendo como el agua
jugueteaba con nuestros pies, baños de sol y de agua, cuerpos tendidos sobre la
arena, cenas a la luz de mil velas en aquellas mesitas del puerto con sus
manteles de cuadros rojos y blancos, la
luna reflejada sobre el mar con su luz plateada
reflejada sobre un manto negro,
largas noches compartiendo sueños y realidades, aquella pequeña casita como
salida de un cuento entre el mar y el campo, verdaderamente todo era perfecto.
Una mañana los primeros rayos del alba, además de los ronroneos de mis estomago, me decían que había llegado el momento de ir a
por el desayuno, la ventana entreabierta
dejaba pasar una suave brisa proveniente
de la playa, viento cálido y a la vez ligeramente
húmedo, en el techo pendiendo de un hilo una bruja de sombrero picudo y
siniestra faz cabalgaba sobre su escoba en una extraña danza al son de la
brisa, desgranando un muestrario de siniestras sombras sobre la pared. Sentado en
la butaca dedique unos instantes en recorrer tu cuerpo con la mirada, parecía que disfrutaba con recomponer en mi cabeza cada
centímetro de tu piel, aquella blanca sabana formando olas cubriendo partes de
tu cuerpo haciendo resaltar todavía más el bronce de tu piel, esa hermosa
cascada azabache sobre la almohada dejando
entrever el rostro sereno y plácido del sueño. El aroma a azahar danzando con
la brisa invadía la habitación invitándome a recuerdos y sensaciones de noches pasadas, siento de nuevo como tus
brazos me rodean y me aprietan contra ti, siento el cálido aliento de tu boca
rozándome el oído regalándome un te
quiero, gotas como perlas resbalan acompasadamente por
nuestros cuerpos, mis manos aprietan fuertemente las tuyas entrelazando los dedos
hasta formar un solo uno, sensaciones descontroladas recorren mi cuerpo, me
siento pequeño y a la vez inmenso porque al fin lo sé, se puede amar, sentir, gozar, pero amar sintiendo, querer gozando, y a la vez sentir el gozo de amar es lo que hace que uno
se sienta grande a su lado.
El cantico que algunos agradecidos pájaros daban a la mañana
me devolvió a la realidad del hoy, saliendo del dormitorio no pude por menos
que lanzar una última mirada, tratando de robar una pequeña porción más de felicidad con la que llenar mis ya repletos
bolsillos.
No me extraña que si este escrito es parte de tus recuerdos y vivencias...tengas los bolsillos tan llenos de felicidad.
ResponderEliminarUna gozada leerte.
Un abrazo
Hoy, he comprendido mucho mejor este relato. Fantástico. Soñar o intentarlo, es una forma de avanzar hacía lo que nos arranca una sonrisa.
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