miércoles, 31 de octubre de 2012



RUTINA

Se acabaron los días soleados, los paseos junto al mar, las interminables charlas bajo la noche estrellada, los amaneceres, abrazados nuestros cuerpos fundidos en un solo yo, deseando que no llegue nunca la mañana, deseando que el sol por una sola vez una su camino a la luna.
De nuevo quedan los recuerdos de los días felices, las imágenes evocadoras difíciles de olvidar, las palabras dulces y a la vez acidas sobre las que pensar y meditar, las buenas intenciones sobre los días venideros.
De nuevo el odioso despertador llamándonos cruelmente, de nuevo el café de las 7 en el bar del Flori, de nuevo el insufrible día a día que nos acerca cada vez más a ninguna parte.
Amanece un nuevo día y en la penumbra de la habitación, sentado en el borde de la cama mis pensamientos vuelan rápidos y desenfrenados.
Te miro y no te veo, te palpo con la punta de mis dedos y no te siento, respiro el aroma de tu cuerpo y no puedo olerte, avanzo un paso hacia ti y te veo como te alejas dos en otra dirección, desde la oscuridad de esta habitación veo la luz que emana tu cuerpo iluminando mi ansiedad, tus pensamientos como pompas de jabón se elevan etéreos y flotando en el aire se lanzan a un extraño baile formando una espiral de globos de colores que llegan hasta el estrellado cielo, una vez acariciadas las estrellas estallan en mil colores convirtiendo el baile en una fina lluvia de desenfrenados y locos sentimientos que bañan mi atónito rostro ante tanto colorido,  repaso cada centímetro de tu cuerpo en busca de una curva caprichosa, de un cabello travieso ocultando tu rostro, buscando ansioso una sonrisa fuera de lugar, mas solo consigo ver reflejos de bronce en tu espalda, cascadas azabache cayendo sobre tus hombros y filas interminables de blancas perlas brillando y asomando libremente entre tus labios rojos.
Tu mano se apoya distraídamente sobre mi pierna desnuda y no puedo más que sentir un dulce escalofrío recorriendo mi cuerpo.
Lentamente, aprovechando tu estancia en brazos de Morfeo acerco mis labios a tu mejilla haciendome
de nuevo la puñetera pregunta de todos los días  

¿ “ RUTINA “?  

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