martes, 4 de diciembre de 2012




Caminando hacia  casa
Remo y remo, remo desaforadamente, mas con el corazón que con la razón,  con locura  impetuosa remo  pero cuanto más remo más parece que me alejo de ti, tu sonrisa brilla y me indica el camino como un faro solitario enseña el camino a un naufrago perdido en alta mar. Fijo la mirada en las manos doloridas de tanto esfuerzo, cuantas cosas nos dicen las manos con solo una mirada, manos fuertes, delicadas, pálidas, morenas, huesudas y regordetas, la palma siempre mirando a la madre tierra, cómplice de siembras y nacimientos, dura como el trabajo que realiza y suave como las caricias que regala, anchos surcos la recorren , líneas  cortas y largas en las que se puede leer a poco que uno se fije frases tales como  te quiero, hasta pronto, no me olvides.
El dorso mirando al cielo, perdido entre blancas nubes y horizontes azules , pálido como la noche, bronce como los rayos del sol que duermen sobre  la piel, dedos danzarines que abrazan el aire  como buscando acariciar aunque solo sea un instante los sentimientos del alma.  
Levanto la vista y por fin diviso el embarcadero entre la arboleda que nace del rio, tu sonrisa de nuevo a iluminado mi camino de vuelta a casa, sobre el embarcadero un silueta tantas veces soñada se hace  cada vez más y más cercana, el corazón late fuerte y acompasado marcando un ritmo que bate mis sienes, en mi cabeza se repite un eco susurrante que como una suave tentación dándome un beso me dice: estas en casa